martes, 13 de agosto de 2013

¡Mamá, soy famoso!

El Telégrafo del Ecuador, diario del gobierno ha sacado un artículo en su versión web (y aparentemente también impresa) que incluye uno de mis tuits como ejemplo del acoso que sufre el diario por su firmeza y honestidad editorial. Claro, ellos que son un diario serio que defiende los derechos humanos por sobre todas las cosas, no merece que los cuestionen unas cuentas fantasmas:

Ya no solo sorprende sino que fastidia. Que un grupo de defensa de los derechos humanos ponga un amparo a favor de los invasores raya en lo increíble. Si su argumento es la defensa al derecho a la vivienda, no ahora, sino desde hace décadas debieron poner amparos en contra de ciertos gobiernos municipales que “garantizaron” negociados con la necesidad de los pobres.

Un diario que lee con cuidado e indica cuidadosamente la fuente de sus afirmaciones neutrales y objetivas no merece que acosen a su director pidiéndole fuentes.

Un diario cuya sección de opinión aporta con columnas ecuánimes y consistentes con su línea editorial de reivindicaciones de derechos no tiene por qué recibir ataques de resentidos:

Por algo será que entre las comunidades indígenas, ancestrales y aborígenes de nuestro país, que fundamentan su mundo en la naturaleza, casi no existen gays ni lesbianas
Un decano de la prensa nacional, con un caricaturista honesto y de humor fino no tiene por qué aguantarse galarifos ruidosos.

Calvin refuta con clase a los diarios mercantilistas
Calvin nos asegura que la narcovalija no tiene importancia. ¿Qué alivio!


Poniendo los sarcasmos de lado, no me parece que el artículo me afecte de ninguna manera. En el fondo es simplemente una queja de alguien que claramente no sabe distinguir entre una crítica con palabras fuertes de una persecusión de grupos de poder (que sí hay, para qué negarlo).

Debo confesar también que tengo una relación un poco enfermiza con el diario, porque el desprecio que le tengo a sus secciones de política, opinión (excepto cuando escriben Sebastián Vallejo y Juan Carlos Morales) y humor se contrapone al enorme respeto que le tengo a su sección de sociedad, que trata con valentía y honestidad los temas de género, religiosos (disclaimer: yo salgo ahi), y gatos. En serio, alguien mándele a Diana Romero y a su equipo una pizza o lo que sea que comen en la costa porque ellos sí hacen bien su trabajo a pesar de la cantidad de trolls que rondan el diario desde dentro.